Uno de los indicadores que nos muestra una ciudad en crecimiento es la perturbación en su movilidad, el desarrollo de estas ciudades trae consigo un aumento en el parque automotor que poco a poco hace colapsar las vías principales obligando a sus autoridades a construir más vías, las cuales atraen más vehículos generando un circulo vicioso del que muy pocas ciudades han logrado salir. En búsqueda de una solución a tan grave problema, puesto que ello viene acompañado de mermas en la productividad, al presentarse demoras de los trabajadores a sus sitios de trabajo y de una disminución en la calidad de vida, porque obliga a los usuarios del transporte a madrugar más y atrasar la llegada a la casa, en huida del trancón y a almorzar cerca al trabajo disminuyendo el tiempo de convivencia en familia, nuestras autoridades locales y nacionales se han inventado el sistema de transporte masivo, que busca crear un nivel de desplazamiento perfecto que desestímale el uso de los vehículos particulares, agilice el tiempo de traslado de los usuarios y elimine la perversa guerra del centavo entre los transportadores que ha generado tantos accidentes de tránsito. Para darle operatividad a este sistema lo han acompañado del pico y placa que en Bogotá amenaza con llegar al sábado y un aumento de las zonas peatonales en el centro intentando desestimular los vehículos particulares en estos sectores, Al final, después de invertir millonarios recursos la respuesta no ha sido la esperada, no han logrado la movilidad necesaria y el estrés sigue en aumento como amigo inseparable de los citadinos, ello se debe a que no han evaluado todos los sentimientos que tienen los colombianos frente al uso de los vehículos particulares y no han entendido que el trasporte es un sistema en competencia el cual no se gana por imposición sino por calidad en el mismo. Por un lado a medida que aparece el pico y placa las familias de estrato medio y alto pasaron de poseer un vehículo a dos, e incluso tres, evadiendo la norma y los de estrato bajo adquirieron motos que les permitía huirle al karma que para ellos representa el transporte público. Por ello mientras las autoridades piensan en aumentar el pico y placa deberían estar proyectando con los transportadores como mejorar la calidad del mismo, los autos se han convertido en símbolos de autoestima y por tanto convencer a un poseedor que no lo utilice, es ignorar que detrás de su adquisición existe un historial de crecimiento interior que muy difícilmente dejará de ser utilizado porque va en contra del espíritu capitalista que nuestro sistema ha vendido por décadas.
Hoy nuestros sistemas de transporte masivo no han llegado al número mínimo de pasajeros requeridos, no han alcanzando el punto de equilibrio obligando a los operadores a aumentar tarifas para que sean los que no tienen posibilidad de usar otro medio de traslado los que subsidien un sistema que no ha sido competitivo, que no ha mejorado los tiempos de traslado, que presentan en horas pico un alto número de usuarios que con razón, por no poder aumentar el numero de buses articulados, son movilizados como reses al matadero y que en ciudades como Pereira su funcionabilidad se ve amenazada si no se eliminan las rutas complementarias. No, no se ha entendido en pleno siglo XXI el mensaje de la mano invisible de Adam Smith, que el sistema esta en competencia, con las rutas complementarias, con los taxis, con los vehículos privados, con su mismo deseo de trasladarse a píe y que el usuario utilizará aquel que le garanticé mejor calidad en el servicio, por ello no comparto la idea de eliminar la competencia a punta de decreto, creo que debemos garantizarle la seguridad al usuario en el sistema nuevo que haga que él, de manera natural, escoja este en lugar del otro, creo que es hora de pensar en una tarifa diferencial, del sistema masivo frente al de la ruta complementaria, que le garantice un ahorro al usuario y que motive su uso, debemos recortar tiempo de traslado, no en el articulado, en el alimentador, que haga que en la mente del usuario aparezca el sistema masivo antes que los otros, que motivemos ventajas para que el poseedor de un vehículo opte por dejarlo en casa y utilizar el sistema municipal. Cuando generemos esa confianza en los ciudadanos, cuando ellos sientan que el sistema es de todos, estos dejaran de usar los otros sistemas y el masivo alcanzará su punto de equilibrio produciéndose por si misma una agilidad en la movilidad ciudadana.
JUAN CARLOS VALENCIA MONTOYA