Al igual que al país nacional, me causó gran consternación el secuestro y posterior asesinato del niño Luis Santiago Lozano; más que la muerte, que de por si es un hecho lamentable que la ciudadanía en su totalidad debe sentir y reclamar justicia, son los actores de este vil asesinato, lo que nos debe llamar a la reflexión, un papá, cuya misión es proteger, educar e instaurar valores, se comporta como un caníbal que termina hasta con su propia raza. Qué clase de país estamos formando, qué valores estamos inculcando, qué historia le estamos dejando a las nuevas generaciones; deben ser respuestas para que en Colombia terminen los maltratos, las muertes de tantos Santiagos Lozanos que sufren diariamente en nuestro país. Hoy me uno a las voces que claman justicia pronta para los autores de este abominable crimen, la justicia no puede dudar a la hora de dar el castigo, la máxima pena posible se debe aplicar al tiempo que reclama una educación basada en valores, que recupere creencias, amor a Dios y que sienta las bases de una nueva sociedad. Que nuestros descendientes en un futuro miren el pasado con horror, lo vean como la decadencia de una sociedad que tenía porque desaparecer, pero que diga con alegría que ello, son hechos del pasado.
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