martes, 13 de mayo de 2008

INMINENTE AMPLIACION DE LA FRONTERA AGRICOLA


Mientras en las últimas semanas Colombia se debatía en medio de la parapolitica y sus partidos políticos conjuntamente con el gobierno se dedicaban a defender sus tesis de la reforma, como si con su aprobación se terminaran los males del país y se transformaran las costumbres políticas en nuestras instituciones; en otras latitudes del planeta se empezaron a presentar señales de que algo estaba cambiando para mal de todos sus habitantes. Haití, nación afligida por la corrupción y la pobreza, vivía una nueva revuelta popular, esta vez ya no buscando tumbar un gobierno o defendiendo a determinado candidato, sus mujeres se lanzaron a la calle por los incrementos en los precios de la canasta familiar; China paso a ser el mayor importador de cereal, dado que el clima del país asiático no facilitó la producción anual esperada; el primer ministro laborista Gordon Brown, vivió una baja en su popularidad por el aumento continuo de los precios en la canasta familiar, los londinenses empezaron a sentir que sus libras esterlinas no alcanzan para suplir sus necesidades alimenticias y Brasil, suspende la exportación de arroz buscando frenar el aumento especulativo del grano que tiene efectos en Estados Unidos y México.
Mientras un sector minoritario de los colombianos estaban dedicados a ver como le quitaban majestuosidad a la Corte Suprema de Justicia para evitar que siguiera investigando, el mundo entero está viviendo las señales del desabastecimiento de alimentos, antes se quejaban los que no tenían eco, los pobres del mundo a los cuales les falta recursos para sobrevivir minimamente, ahora esta aumentando la audiencia; el problema ya no es no tener con que comprar, es que no hay que comprar. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), advierte que 36 países necesitan ayuda alimentaría externa y otros 11 afrontan perspectivas agrícolas desfavorables. Ese es el gran dilema que el mundo debe enfrentar en la actualidad, el calentamiento global del planeta, que tiene enloquecido nuestros territorios, los Tsunamis en corta y mediana escala han vuelto improductivos terrenos que antes eran actos para la producción agrícola. A lo anterior se le suma la búsqueda de nuevos combustibles distinto al derivado de los fósiles, dado lo agotable del petróleo y al control que de él tienen naciones con posiciones ideológicas distintas a las de los países desarrollados. Esta búsqueda de nuevos combustibles desencadenó en los biocombustibles que se han convertido en el negocio de los países en desarrollo, pues no dependen de los anteriores grandes productores del petróleo, al tiempo que empiezan a pagar la deuda de Kyoto; como se observa en los resultados, de no cambiar la velocidad con que van los cambios, terminará en competencia con la seguridad alimentaría mundial, no se trata de atajar el desarrollo de la industria del biocombustible, es impedir que el mundo tenga el desenlace del Rey Midas, el cual añoraba el oro, que cuando lo tuvo todo se dió cuenta que ese precioso metal no se podía morder y mucho menos digerir, por ello, porque Colombia no debe estar ajeno al contexto internacional, porque en el último año creció el precio interno del arroz por encima de un 18%, porque la caña de azúcar mejoró su precio y la panela ya es rentable para nuestros productores; es que debemos continuar apoyando la nueva industria, pero desarrollar en principio como mínimo un 30% de los cuatro millones de frontera agrícola, que según el ministerio de agricultura, tenemos por cultivar; debemos pasar de la retórica a la concreción de los resultados, motivando la explotación de los baldíos improductivos y estimulando la siembra de pan coger, por nosotros, por nuestros hijos y por el mundo entero.
No olvidemos que la falta de alimentos motiva la tala de bosques naturales y atenta contra nuestra biodiversidad, por esto, el país tiene la imperiosa necesidad de articular la política agropecuaria que amplían la frontera agrícola nacional y preservar nuestro medio ambiente si queremos continuar existiendo como raza sobre la Tierra.
Juan Carlos Valencia Montoya

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